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mami y yo éramos compañeras de limpieza
los sábados en las mañanas
nos aliviamos de la distancia de la semana
del trabajo,
la escuela,
la rutina.
entre los murmullos de un barrio que apenas comenzaba despertar
contábamos los centavos para completar el pasaje
en el recorrido por la Ave. Ponce de León.
camino a Torres de la Reina
mirábamos vitrinas,
lámparas, iglesias sanadoras,
tuxedos, flores y trajes de novias,
vestidos que entrelíneas hablaban sobre la posibilidad de,
en al-gún mo-men-to,
ser míos.
de encajar en la (im)perfección de mi cuerpo.
mami estaba dispuesta a acabar con los ahorros
de su futura casa,
solo,
por el qué dirán.
Derechos: Ana Castillo Muñoz