Alma blanca
Yo te hallé en mi camino de abrojos
Cuando el frío de la duda me helaba,
Como un rayo de luz en la sombra,
Como un lirio en la gélida escarcha,
Como un sueño en las horas de insomnio,
Como un sol en la noche del alma.
Yo sentí de improviso que ardía
En mi pecho la llama
Que me alienta en mis ansias de triunfo,
Que la luz de mi numen exalta,
Que me impulsa en el rudo combate
Que sostiene mi alma
Cuando, asida del ala de un sueño
Que a regiones de luz la arrebata,
La cruel realidad que la acecha,
Como fiero vestiglo la ataca.
De tu voz al divino conjuro
Se pobló de creaciones extrañas,
De inefables paisajes de ensueño
Y de aromas y músicas gratas
El Edén de mi amor, do florecen
Los rojos claveles y las rosas blancas.
Y tus clásicas formas de diosa
Que las ninfas del Rhin envidiaran
Y que Dios, el Artista Supremo,
Concibió para tí en hora santa.
Me dijeron el grave pecado
De aquéllos que, ciegos de error y de audacia,
Creyeron que fuera la Venus de Milo
La expresión más bella de formas humanas.
Y hallé en tí algo luego, que jamás podría
Narrar con la débil y frágil palabra,
Que hacia tí me arrastra como arrastra el río
Hacia el mar inmenso la flotante rama.
¿Qué atracción es ésta que nunca sientiera
Y que me fascina, seduce y encanta?
Es tu alma de luz, alma toda ensueño
Alma toda blanca, tan blanca y tan blanca
Como la gaviota que juega en la ola
Que besa la playa,
Como de la ola la nivea corona,
Como la corona de alpina montaña.
¿Comprendes ahora por qué mis anhelos
Doquier te persiguen con firmeza tanta?
Es porque atesoras un alma radiosa,
Alma hecha de Ensueño, de Amor y Esperanza.
Arecibo, P.R.