Despertar en el Sahara
Me levanté y no supe dónde estaba.
Todavía conservo la copa de vino
y las tazas vacías.
Los dedos se retuercen en mis rizos negros.
Ha amanecido.
Al menos tengo esa convicción.
Rumorea una música suave.
La ventisca convida a deslizar la puerta de cristal.
El mar no es como antes.
Un salar desértico ahoga los organismos
en corrientes de sulfato.
Mi boca seca cuenta una historia milenaria.
Derechos: Zaira Pacheco